miércoles, 26 de enero de 2011

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Voces y sombras recorren mi copa,
como para recordar mi desolación embriagada.
Se vuelven risas mis lágrimas con el licor en
mis venas, se vuelven dolores mis pasos
al salir el sol.

Amanecen en mi cuerpo las cicatrices de atardeceres pasados,
de miradas y torturas pasadas y mi piel llora, mi piel se estremece
y se vuelve de hierro e intocable.

Caen copas de mis brazos ciegos,
derrochan su veneno en mis pies y
muero con el placer que jamás sentí.

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