martes, 28 de enero de 2014

Siempre nos quedará Mendoza

No olvides la cordillera
que embriagó la luna
para que mi alma se deslizara por
tu abismo,
no olvides mi desnudez
temblorosa y fugitiva en el
verano acorralado
por la sorpresa de mirarnos.

La montaña fue testigo
de la pasión desbordante
de tu sonrisa, cubierta de
soledades enternecidas por
tu encanto.

No olvides las noches
eternas, la oscuridad
de nuestro secreto encuentro
en las penumbras del hotel.
No olvides mis cabellos rosando
tu sonrisa y tu sonrisa rosando
mi placer,
el día cubierto de ansias y las
noches sin dormir,
la montaña y la luna
el silencio y el amanecer.

Y aunque ahora el
mar nos separe y la
tierra nos cierre las puertas
de este amor,
siempre nos quedará Mendoza.


No hay comentarios:

Publicar un comentario